El baile te da la característica de brillar, y sólo se produce cuando te relajás.
Cuando bajás la guardia.
Yo estaba bailando controladamente.
Hasta que te encontré.
Cuando nos descubrimos en el otro aparece el horror.
Una suerte de atracción destinada a querernos se eterniza.
Se cierran los círculos.
Y aparece la fuerza.
Los nombres tienen principio y final,
pero el tuyo tiene principio no más.
El efecto de no concretarte me eterniza.
Lo que nos da terror nos define mejor.
El horror es el efecto de lo innombrable.
Lo innombrable no tiene nombre,
pero debe parecerse a tu nombre.
sábado, 11 de octubre de 2014
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